viernes, 23 de diciembre de 2011

El misterioso multimillonario que quiere morir en bancarrota

Por Thomas Castroviejo/Yahoo! noticias.

Nueva York tendrá una vez más una de las universidades más modernas del mundo. Un campus de tecnología de punta de 600 kilómetros cuadrados en Roosevelt Island, que pertenecerá a la universidad Cornell.

Se terminará de construir en 2037, aunque las clases empezarán en edificios provisionales el año que viene. Y la universidad no es la única beneficiada: la ciudad de Nueva York recibirá 1.400 millones de dólares en impuestos por esta gran apuesta por la educación puntera. También se generarán 20.000 puestos de trabajo durante su construcción y, una vez esté terminada requerirá a unos 30.000 trabajadores. Una buena inversión en educación.

El proyecto que ha financiado Charles F. Feeney
Pero el proyecto no es la noticia; es la consecuencia de la noticia. Porque este proyecto no podía haberse puesto a andar sin la donación individual más grande de la historia de Cornell: 350 millones de dólares de golpe. ¿Y quién ha sido responsable de esta donación? No lo quiso decir. Se trata de un hombre que pronto cumplirá 30 años regalando donaciones multimillonarias a diversos proyectos beneficiosos para la sociedad, pero rara vez lo ha admitido en público.
Hoy, gracias al New York Times, sabemos quién es.

Se trata de Charles F. Feeney, un multimillonario de 80 años que se graduó en Cornell y que el Times describe como "lo más opuesto posible a Donald Trump". En 1982, Feeney pasó su inmensa fortuna, generada por haber montado las famosas tiendas de Duty Free en las terminales de los aeropuertos, a una asociación llamada Atlantic Philanthropies (Filántropos Atlánticos).

En 1996, vendió su rentabilísimo negocio a una multinacional por unos 2.470 millones de dólares y de los que él se quedó, según calculó la revista Forbes en aquella época, con unos 975 millones de dólares en su cuenta corriente. Sumado a otros negocios que tenía, logró acumular en su asociación unos $3.500 millones. Y desde entonces no ha parado de regalar. Su plan es morir en bancarrota, sabiendo que su dinero está a mejor recaudo por la sociedad que en manos del notario que distribuya su herencia.

No le gusta posar para los medios, y de hecho muy pocos saben qué aspecto tiene. Pero quienes le han visto aseguran que la pobreza, cuando llegue, no le cambiará mucho la vida. En todos los perfiles que se han publicado sobre él se comenta que vive frugalmente no por tacañería, sino por principios. Vuela en clase turista, viste un reloj de menos de 10 dólares, vive en una casa alquilada y no se ha comprado un coche.

Cuando en 1996, el New York Times le preguntó por qué estaba regalándolo todo, Feeney explicó que "Sencillamente decidí que tenía suficiente dinero". De ahí que apegara a su principio de dar en vida, de no malcriar a sus descendientes con dinero que no se hayan ganado y que, en realidad, no necesitan.

Pero mientras otros millonarios son muy públicos con sus donaciones (porque, por su popularidad, pueden atraer atención mediática y quizá inspirar a otros a donar a cierta causa, como contra el hambre en África), él se guarda el secreto.
De lo poco que se sabe de sus donaciones está que un centro de salud para niños, mujeres y enfermos de cáncer en San Francisco (California) para el que entregó 125 millones de dólares. Ha entregado unos 46 millones de euros a la universidad de Limerick, en Irlanda, donde también es ciudadano.

Y para su alma mater, Cornell, ha destinado más de $600 millones en los últimos años, sin contar con los 350 de este mes. También tiene su predilección política: es el mayor donante del partido irlandés Sinn Fein, el brazo político del IRA. Lejos de fomentar el terrorismo que ha hecho conocido al IRA en los últimos años, lo que hizo Feeney al apoyar al partido fue ayudar a trasladar la lucha al terreno político, al diálogo, y alejarlo de las armas.

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